Decidí comenzar a leer el libro ya que era el único (de lectura juvenil) que todavía no había leído de la autora, una de mis favoritas. La historia, a su vez, me llamaba la atención por las contraposiciones que mostraba en el resumen, en el enfrentamiento entre la naturaleza y la biotecnología.
El libro es una crítica a la forma en la que estamos destruyendo el mundo, quitando nuestras propias capacidades humanas para darnos unos poderes superiores innatos en nosotros, y como acabamos por perder nuestra capacidad de pensamiento, controlados por toda la tecnología que nos rodea.
Lo que más me llamó la atención de la historia fue la visión de nuestro mundo como uno totalmente tecnológico en el que lo malo era la propia naturaleza, animales y plantas incluidos. Esto también me hizo plantearme la forma estúpida en la que estamos destrozando, a pasos agigantados, lo que nos rodea.
Al final del libro, se vuelve a demostrar, como en la vida cotidiana a menudo, que la naturaleza sigue su propio curso, y que por mucho que el ser humano nos creamos más listos y hábiles que ella, al final vuelve a donde pertenece, y por lo tanto debemos saber que, aunque hermosa, también es destructiva.
El lenguaje que utiliza el libro no tiene ninguna dificultad, aunque de vez en cuando utiliza términos tecnológicos pero que rápidamente la autora procede a explicar. También aparece un nuevo idioma, inventado por la escritora, que no tiene traducción en sí y por lo tanto no es importante.
Portada del libro de la editorial Gran Angular |
Laura Gallego |
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